miércoles, 5 de febrero de 2014

Compañía

Esta semana hemos tenido dos acontecimientos dignos de mención, ya tenemos vecinos en la base argentina y la ansiada excursión a Morro Baily. Los argentinos vinieron hace una semana, les ayudamos en las labores de descarga y ya hemos tenido encuentros socioculturales. El sábado jugamos al fútbol, y ganó España (buen augurio para el mundial;.)). Les invitamos a una cena, gesto que fue correspondido con un asado el domingo al que tuve la suerte de poder asistir (pues sólo podíamos ir 5 científicos y 5 militares). El encuentro fue genial, la base es de la década de los 40 y además en su época abría todo el año, por lo que tiene un aire añejo y mucho encanto. Otro aliciente de la base es la mesa de ping-pong, volvimos a retarles y volvimos a ganar........¡¡¡peligró el asado!!! ;.). Después de la cena uno de ellos sacó la guitarra tocando francamente bien, lamenté haberme olvidado la armónica en España, compartíamos gustos musicales y algún blues sonó en el Polo Sur (¡¡¡que mejor sitio que en el sur!!!!), además de Calamaro y Jorge Cafrune......gran velada y hermanamiento entre bases.

 
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Ese domingo la Isla nos regaló la mejor de las visiones de toda la Campaña, un día soleado en calma absoluta de viento, la laguna mostraba una quietud impresionante, reflejando como un espejo la cadena montañosa nevada en sus cumbres, la cual conforma el cono volcánico emergido ¡¡¡simplemente sublime!!!!!

Ello nos emplazó al adelanto de una excursión que teníamos planeada para días después, la visita a Morro Baily. Es la punta más oriental de la Isla accesible con una marcha larga pero preciosa, en la que se atraviesan glaciares y se aprecian unas vistas de la Isla totalmente nuevas para mi. Fue una gran oportunidad para entablar una gran conversación con Carlos, el militar que ya conocía de la Campaña anterior, es boina verde y gestiona las marchas de montaña, maneja la navegación en zodiac, así como las vías de escape de la Isla en caso de emergencia volcánica. Es un gran profesional y mejor persona, la marcha nos dió ese clima que sólo en la montaña se crea, ese en el que se deshacen barreras y hablas de cosas que, en 4 meses que hemos convivido en esta Isla, nunca habían surgido. Vimos la pingüinera de la playa que es realmente preciosa, encontramos un elefante marino en la misma y a la vuelta visitamos de nuevo Bahía Balleneros, una marcha que en total pudieron ser unos 8 kilómetros.


1 comentario:

Silvia dijo...

Me encantaaaaaaannnn las fotos!!!!